Edificación típica asturiana destinada a almacenar los productos de la tierra. Su característica disposición evitaba que roedores y animalillos echaran a perder la cosecha y a la vez los preservaba de la humedad.
Originalmente el Palacio contaba con dos magníficos ejemplares de 6 "pegollos" o pilares, sólo uno de ellos se ha podido conservar. En las tardes de verano resulta un lugar ideal para tomar unos "culines" de sidra y durante las noches, -al abrigo de la humedad de la costa cercana- y emulando a los paisanos de la zona, un rincón agradable para conversar.
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